Parece que fue ayer cuando
estábamos en Barajas llenos de ilusión por viajar a Puerto Rico, ilusión por lo
exótico del viaje e ilusión por participar en una prueba de un nivel increíble
como nunca lo había hecho en triatlón (sí en ciclismo).
Llegamos a San Juan el martes por
la noche, el hotel, uno de los más baratos que habíamos encontrado nos
sorprendió gratamente pues la habitación era amplia y la cama grande y cómoda,
nos dormimos rápido pero debido al cambio horario el miércoles a las 6 a.m. ya
estábamos operativos, desayunamos y nos vestimos de ciclistas. En la recepción
una señora muy agradable ya nos indicó que no sería fácil hacer un
entrenamiento ciclista por la zona, a pesar de ello lo intentamos hasta que
pronto nos dimos cuenta que entre el caos de tráfico, el no conocer las
carreteras y el cansancio del viaje lo mejor sería hacer un poco de “turismo
sobre las dos ruedas” y descansar hasta la hora de comer en la playa.
Las vistas al Atlántico desde "El Morro" eran espectaculares
En una de las múltiples señales de "peligro por Tsunamis"
Ese día
por la tarde teníamos que nadar y después de investigar mucho y caminar unos
3Km dimos con “El Natatorio” una piscina enorme de 50m semidescubierta en la
que había mucha, muchísima gente nadando, buceando, jugando al waterpolo y en
la que había tres calles reservadas para triatletas locales que nos trataron
estupendamente, incluso tuvieron que dejarme unas gafas porque se me habían
olvidado en el hotel. Poco tuve que usarlas pues cuando nos tiramos al agua nos
dimos cuenta de que estaba literalmente “helada”, no fría, ni fresca… helada.
Arrate y yo nos miramos porque no entendíamos como podía haber allí tantísima
gente nadando sin entrar en estado de hipotermia y yo sinceramente me planteé
ni siquiera intentarlo. Finalmente lo intentamos pero solo fuimos capaces de
hacer 500m a toda leche de crol para salirnos con la carne de gallina. Una vez
entramos en calor, cenita y a dormir.
El jueves en lo relacionado con los entrenamientos solo corrimos a pie 1h
viendo lo que sería el circuito de la carrera que tenía su tela, continuo
sube-baja, tramos adoquinados, repechos del 20% y un calor increíble que
mezclado con la humedad hacía que tuvieras sensación de empezar a arder en
cualquier momento. El resto del día lo pasamos descansando, un poquito de playa
y por la noche fuimos a cenar y a visitar una de las partes con más encanto de
la ciudad, el “Old San Juan”
Frente a la fortaleza que rodea el "Old San Juan", uno de los tramos por los que discurría la carrera a pie
Subiendo uno de los repechos que nos tocaría subir y bajar también en carrera
Sin duda la luz y el olor de las playas de San Juan es especial
El viernes tocaba hacer
nuevamente bici y también nadar. Un ciclista de allí ya nos había indicado por
dónde podíamos ir en bici sin mucho peligro pero advirtiéndonos de que aún así
tuviéramos cuidado. Hacia allí fuimos, unas carreteras preciosas, pegadas al
mar y llenas de vegetación a los lados, Arrate y yo estábamos disfrutando
bastante del entreno hasta que en una recta en la que yo iba delante de pronto veo
como dos coches vienen de frente adelantando a un autobús que a su vez venía también
hacia nosotros, en décimas de segundo me di cuenta de que un autobús, dos
coches y dos ciclistas no cabíamos en aquella carreterilla así que con todas
mis fuerzas grité a Arrate que venía detrás “¡cuidado, cuidado!” a la vez que
literalmente me tiraba a la cuneta. Según caía me giré hacia atrás rezando
porque Arrate hubiera hecho lo mismo y por suerte, allí la vi tirada en el
suelo pero sana y salva mientras el autobús y los camicaces se alejaban en el
horizonte después de habernos pasado rozando. Fue un momento tenso, muy tenso
pero pronto se nos pasó gracias a una coña que no puedo contar aquí, jajaj…
Salvo eso, el día de bici estuvo muy bien.
Como quedaba nadar y habíamos
decidido que al Natatorio no íbamos a volver pues no nos apetecía morir
congelados fuimos a nadar a la laguna donde se iba a nadar en la carrera, una
laguna de agua salada que entra del mar, sin apenas oleaje ni corriente y donde
nadamos 20´. Tras recoger los dorsales en el lujoso hotel Caribe Hilton y
visitar la feria del triatleta (una pasada) un poco de playa, la casi obligada
visita al Starbucks y fuimos a correr 40´ con Roberto Gonzalez Moreira, un
triatleta Español amigo mío que iba a correr en GGEE. Para cerrar el día fuimos
a cenar un italiano muy bueno y tomamos un heladito en Ben&Jerrys.
En la laguna donde se nadaría en la competición
El sábado nos esperaba un día
bastante intenso, check in de las bicis, briefing, etc… Nos despertamos
prontito, hicimos 1h de bici y 10´ de carrera muy suave y luego fuimos a
cumplir con todas esas obligaciones pre-competición. En el briefing viendo la
pinta de nuestros “rivales” terminamos de darnos cuenta de lo que ya teníamos
más o menos asumido al ver la lista de inscritos, que el domingo el nivel iba a
ser espectacular y que para nosotros iba a ser un lujo poder correr al lado de
toda esa gente. Por la noche, cenamos en el italiano del día anterior y nos
fuimos pronto a la cama, aunque estábamos nerviosillos y nos costó conciliar el
sueño.
Domingo, 3:50 a.m. suena el
despertador, nos quedan exactamente 3h para comenzar la carrera y la verdad es
que lo que menos apetece en ese momento es desayunar, no nos queda otra así que
como podemos metemos algo en el estómago y nos vamos en taxi hacia la zona de
la salida, algo alejada del hotel y a donde no podíamos ir en bici porque ya
las habíamos dejado en boxes el día anterior.
Al llegar allí cientos de
triatletas estaban ya en boxes y tras dejar todo lo más colocado posible nos
vamos a la zona de la natación. Queda una hora para salir y ambos estamos
nerviosos, yo aparte de por mi mismo estoy nervioso por Arrate, quien llevaba
más de 9 meses sin competir y que después de algunos malos momentos en lo
deportivo en el último año necesita más que nunca disfrutar del triatlón. A
pesar de mis nervios intento mantener la calma, la abrazo y le digo que esté
tranquila, que disfrute, que haga lo que mejor sabe hacer y que piense que es
una privilegiada por poder correr en un entorno como el de San Juan al lado de
gente como Fredericksen, Leanda Cave o Camila Pedersen. El tiempo pasa deprisa
y nos metemos al agua a calentar un poco. Casi en ese instante es cuando por
primera vez en todo el tiempo que llevo en San Juan me mentalizo de que tengo
por delante una competición importante y me digo a mi mismo; “disfruta y hazlo
lo mejor que puedas”.
La salida es desde el agua y me
coloco a la derecha del todo, donde menos distancia hay a la primera boya, iba
a ser una salida limpia pues solo éramos 50 chicos en la categoría “Pro” y las
chicas saldrían 5´ después. Sé que todos los que tengo al lado son unos
grandísimos nadadores, no los conozco pero quienes sí los conocen ya me habían
dicho que el nivel era brutal. Se da la salida y siguiendo los consejos de
Arrate hago a tope los primeros 100m tratando de coger un buen grupo pero mis
primeros 100m a tope no son suficientes para coger ningunos pies, respiro a la
derecha y no veo a nadie, respiro a la izquierda y tampoco, respiro al frente y
veo una masa de brazos dando “ostias” al agua que ya me saca 10 o 15 metros….
“genial Jose, vas el último y solo” me digo a mi mismo, la canoa con el
personal de seguridad que me acompaña a escasos metros me lo corrobora… No me
queda otra que nadar y nadar lo más deprisa que sé para tratar de perder el
mínimo tiempo posible, un tiempo que aún así sería grandísimo.
Tras una larga transición llego a
boxes, dejo el gorro, las gafas y el “traje trampa” y tras ponerme el casco y
mis flamantes Spiuk “Greenfever” cojo la Fuji convencido de poder recortar
tiempo y posiciones. Por megafonía, con ese gracioso acento portoriqueño el speaker
anuncia “Ahí se marcha a la competencia de ciclismo el último de los
profesionales”, lo cual la verdad, no motiva demasiado…
El recorrido de bici no lo
conocía pero era como me imaginaba, asfalto rugoso, viento porque va pegado a
la costa e incluso algunos tramos de hormigón. Durante los primeros Km llueve
bastante y las piernas no responden como me gustaría, aún así veo que ruedo en
torno a 40-41 km/h que era lo que tenía previsto así que trato de concentrarme
y seguir hacia delante. Hasta el Km27 no alcanzo al primer triatleta, aunque
antes había sobrepasado a alguna de las chicas que me habían cogido nadando. Se
acerca el primer punto de giro y cojo referencias, la cabeza me saca más de 12´
y un grupo numeroso con grandes nombres unos 8´. Mis sensaciones no son del todo buenas,
a pesar de que me duelen las piernas paso por el Km40 justo con 1h lo cual
quiere decir que la media es la esperada. Antes del segundo punto de giro
vuelvo a tomar referencias y también estoy atento a ver el paso de Arrate, la
veo bien, me saca la lengua y eso es buena señal. A partir de ese punto (Km50
aprox) la cosa se complica para mantener la velocidad, el viento es más fuerte
y comienzan los doblajes de los GGEE, algunos de los cuales ruedan en pelotón o
pegan bandazos para esquivar los numerosos baches de la carretera. Trato de
seguir concentrado, como una barrita y bebo algo pero no puedo beber demasiado
porque tengo bastantes ganas de hacer pis. Al paso por el Km80 mi Garmin marca
1h59´ así que aunque veo que no he remontado demasiado me tranquilizo a mí
mismo sabiendo que estoy rindiendo acorde a mi nivel.
Al llegar a la T2 me sorprendo
con el numeroso público que hay y veo que aunque hay muchas bicis, fen la barra de los pros, falta
alguna, ya no soy el último J.
Al ponerme a correr pronto me doy cuenta de que mis piernas no van como me
gustaría y además las ganas de hacer pis son casi inaguantables así que antes
de empezar la media maratón entro en un aseo portátil, me merecía la pena
perder 30´´ y poder correr a gusto. Hasta el Km3 mis sensaciones son
literalmente horribles, no puedo ir más rápido de 4´40´´ y el calor y la
humedad hacen que se me pase por la cabeza retirarme. En mi interior sabía que
no debía hacerlo, que había ido a San Juan a competir y que eso es lo que tenía
que hacer así que decido seguir, en el avituallamiento del Km4 cojo de todo,
cocacola, agua, hielo, más agua y en el Km 5 el aire da un poco de cara así que
me refresco y parece que todo mejora un poco…. voy cogiendo ritmo…. Cuando me
queda poco para terminar la primera de las dos vueltas me cruzo con Arrate que
ya no lleva tan buena cara, “no puedo” me dice y yo le contesto, “que sí, que
sí puedes, ve a tu ritmo y bebe, sobre todo bebe”. En el Km 10,5 al empezar la
segunda vuelta noto como mi ritmo y mis sensaciones mejoran, no me quiero hacer
ilusiones pues en esta temporada apenas he realizado entrenamientos de rodaje
largo pero veo que soy capaz de rodar relativamente cómodo a 4´10´´ - 4´15´´
excepto en los repechos más empinados. No tengo a nadie a mi alcance pues el triatleta
que me precede me saca cerca de 3´ pero decido que si me encuentro bien voy a
seguir a ese ritmo a ver si soy capaz de aguantar y sorprendentemente es así,
ya que los últimos 5km son los que más rápido hice moviéndome en ritmos
cercanos a 4´/Km. En el Km 19 paso el último repecho y voy tranquilo y
contento, sé que me queda poco para el final y terminar con buenas sensaciones
es positivo, además, en la última vuelta vi a dos triatletas Pro que se habían
retirado y eso me da un pequeño extra de motivación. Justo en ese momento me
cruzo con Arrate por última vez, la animo y me dedico a disfrutar de una
entrada en meta espectacular, llena de público y con unas vistas preciosas a
las playas de San Juan donde entro en la posición 33º.
Después de esta extensísima
crónica debo decir que no sé muy bien qué balance hacer de la carrera. Por un
lado pienso que salir el último del agua es un tema “chungo” y también que mi
tiempo en la media maratón (1h34´) es muy mejorable. Por otro lado pienso que
yo nadé en mi línea, pero que normalmente participo en pruebas en las que la
salida es masiva, con 500 personas a mi alrededor y que eso “camufla” un poco
mi diferencia de nivel con los mejores y respecto a la media maratón viendo los
tiempos de los que ganaron es obvio que el recorrido no es propicio para hacer
marca, soy consciente de que no sufrí al límite ni mucho menos, rodé fuerte,
pero cómodo, no tener a nadie a mi alcance y tampoco tener a nadie que me pueda
coger por detrás (pues los que me precedían me sacaban mucho y yo también
sacaba bastante a los que iban detrás de mí) hace que sea difícil encontrar la
motivación para dejarte la piel, por ello me quiero quedar con mis buenas
sensaciones entre los km 11 y 21, unos km en los que habitualmente suelo ir a
peor y que en esta ocasión fueron los que más a gusto realicé.
Para terminar de hablar sobre la
carrera y aunque suene a “peloteo” quiero felicitar a Arrate por su excelente
20ª posición y, sobre todo, por haber sabido sufrir y por haber recuperado una
motivación y unas ganas de competir que hacía tiempo que no veía en ella.
Y solo me queda describir el día
de ayer, nuestro último día en la Isla del Encanto en el que alquilamos un
coche y fuimos a visitar algunas de las playas más bonitas de la isla, un lugar
en el que dan ganas de quedarse a vivir, del que me vuelvo con mucha pena y del
que me han sorprendido los paisajes, la luz, el olor, los animales y la
amabilidad de la gente. Definitivamente, venir al 70.3 de San Juan ha sido una
experiencia inolvidable.
Ahora quedan tres semanas hasta la próxima cita el ICAN de Málaga en las que hay que aprovechar que poco a poco el estado de forma y las sensaciones parecen cada vez mejores para seguir entrenando y también para volcarnos con el equipo y la gente que entrenamos, pues sus citas importantes también están a la vuelta de la esquina.
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